17/3/09

El niño de la pijama a rayas


La ética, la historia, la formación ciudadana y la literatura tienen en esta película sus telas para cortar.
Lo ético, tratado desde la perspectiva de la mirada del niño, como en el cine del gran Charles Chaplin, se puede devorar el tiempo por la cantidad de detalles que tiene el filme. Los personajes del padre y la madre (padres y madres, en general), por el desarrollo que tiene cada uno, se prestan para que los azares de unos y otras sean confrontados.
Lo histórico tiene en esta película un punto de vista que poco se ve en filmes que tratan sobre el tercer Reich. Lo dijo, como siempre, de manera concisa y directa Gabriel García Márquez: la verdad del verdugo está cuando vuelve en la tarde a casa y se encuentra en familia. La historia casi siempre deja de lado aquellos detalles del ser humano que hacen que se repitan las cosas.
El fenómeno de la obediencia ciega en la milicia contradice, sin duda, el espíritu de lo que hoy denominamos formación ciudadana. La escuela persigue la ilusión de formar personas libres, independientes y capaces de tomar decisiones. Pero la sociedad, como el perro que se muerde la cola, aún gira en torno a aparatos militares que implican a mucha gente. Ahí hay algo para roer.
Finalmente, independientemente de que el filme esté basado en un libro, la película tiene un elemento propicio para hablar de literatura y de arte en general. Se trata del punto de vista, o de cómo es que cada quien ve las cosas desde su atalaya.
Por supuesto, quedan por fuera otros tantos temas y opciones como maestros hay, sin duda.

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